El verdadero hogar es una presencia interior: cada color, cada trazo, es un regreso a lo que somos; invita a la juventud a escuchar el llamada del arte como profesión — Claudia Robles-Gil, una prominente joven artista mexicana recién llegada a México proveniente de Nueva York, vuelve con su exposición individual Homecoming, (Regreso a Casa) para consolidar su posición en la pintura contemporánea.
La muestra, presentada en la exclusiva galería Picci Fine Arts, ofrece una docena de espléndidos óleos sobre tela recientes, concebidos durante un año de intensa exploración biográfica.
Las obras de Claudia Robles-Gil son vibrantes, creativas, llenas de alegría a través del color, y muy sensibles; invitan a un profundo viaje gráfico a través de la naturaleza, la convivencia familiar y social alrededor de México y el mundo.
La obra de esta talentosa artista se distingue por su paleta intensa y atrevida, logra capturar momentos especiales de su vida, lo mismo entre amigos comiendo tacos en el Califa, que una puesta de sol en Indonesia, reflejan una visión plástica singular.
Robles-Gil es nacida en la Ciudad de México, en 1995; en su obra expresa sensaciones, más que apariencias; utiliza colores que se apartan de las normas tradicionales.
Su trabajo ha llamado la atención de los más prestigiosos medios internacionales especializados, que destacan su capacidad para canalizar la vitalidad y complejidad de la experiencia humana.
La joven pintora mexicana ya forjó una sólida preparación académica que incluye una Licenciatura en Ciencias (B.S.) en Psicología por Tufts University obtenida en 2018, que resalta una aproximación intelectual a su expresión artística. Posteriormente, cursó la especialidad en Arte en la School of the Museum of Fine Arts, Boston, que complementó su visión analítica con una formación plástica rigurosa; este bagaje multidisciplinario dota a su arte mexicano de una resonancia única y bien fundamentada.
El Manifiesto de Homecoming; El Hogar como Presencia Interior
La exposición Homecoming (Regreso a Casa) es un recuento de viajes, y una profunda meditación sobre la identidad y el arraigo, con una propuesta de regreso final a México.
Claudia Robles-Gil explicó en exclusiva a Crónica que aunque los escenarios pintados provengan de geografías lejanas como Bali, Indonesia o Marruecos, cada obra lleva consigo un rastro indudable de México.
Esta idea establece que el verdadero hogar es una presencia interior, una esencia que acompaña siempre a la persona, nutrida por personas y experiencias únicas.
A través de su obra convierte la pintura contemporánea en un medio para expresar la alegría y el espíritu intrínseco de ser mexicana, y logra trascender las representaciones históricas.
Robles-Gil busca mostrar el México que se vive actualmente, más allá de los cánones establecidos por figuras como Diego Rivera o Frida Kahlo, que en ocasiones parecería que son los únicos referentes pictóricos nacionales.
“Es darnos darse cuenta que México no es solo el México que nos pintó Diego Rivera y Frida Kahlo, sino es el México que estamos viviendo ahorita, en este momento; esto es México”, expresó con pasión en su voz.
A través de su paleta, este pintora tan talentosa como carismática y elegante, transforma la experiencia visual en una evocación emocional que va más allá de lo visible, los sentidos como invitados cuando son posados frente a sus obras.
Los mares púrpuras y cielos anaranjados que saturan sus lienzos son el lenguaje pictórico que expresa cómo se vive y cómo se siente la experiencia familiar, amistosa, y mexicana.
Los óleos expuestos sobre tela son testimonio de su vida, su alegría y frescura, creados a partir de fotografías tomadas con su primera cámara profesional, una Fuji Film XT30, que le abrió el mundo a la fotografía como base de su construcción plástica, y la llevó a dejar atrás los lentes de su iPhone.
“Todos los cuadros que ves aquí están inspirados con la fotos que yo tomo”, explica Claudia durante la entrevista con Crónica.
La artista revela esa riqueza de momentos cotidianos que brinda México, a través de su arte y su atrevimiento.
La pintora cuenta con alegría al reportero un ejemplo vívido de esta filosofía, en su obra inspirada en los tacos el Califa, un momento profundamente mexicano y cotidiano disfrutado por ella y sus amigos.
¿Cómo surgió esta obra de Tacos El Califa?, se le pregunta
Narra que la creación nació durante el Homecoming que sus amigos le organizaron luego de varios años de vivir en Nueva York, incluyendo un viaje a Puerto Escondido.
Claudia inmortalizó la escena en un Airbnb, “donde la luz especial y la camaradería de amigos llenándose la cara con tacos se convirtieron en un momento entre amigos que disfrutaron este alimento en el Califa, algo que cualquier persona en México puede compartir con sus seres queridos”.
La artista lo consideró especial por el regreso y la unión compartida, y lo plasmó primero en fotografías y posteriormente en el excelso cuadro que sus manos crearon a partir de esta experiencia.
Este enfoque en lo íntimo y lo común es lo que redefine y aporta grandeza a la obra de Claudia; un paisaje cultural que demuestra que la vida mexicana actual es un lienzo digno de la más vibrante expresión artística.
Su arte es un reflejo de ese año vivido, capturado en los cuadros que exhiben sus aportaciones, tan únicas como ella.